Presentación campaña #LaCaseríaNoSeToca

Publicado el: 27-01-2021,

En el siglo XIX, Andalucía se puso a la cabeza de la industrialización con la metalurgia y el textil principalmente. Las obreras, empezaron a dejar el campo donde estaban prácticamente esclavizadas, para ir a trabajar a las fábricas. Esto no gustó un pelo a los señoritos terratenientes de nuestra tierra, que se aliaron con las burguesías vasca y catalana para montar allí los polos industriales del Estado y boicotear así las factorías andaluzas. Así, el hambre y el desempleo hizo que recuperaran sus beneficios con la vuelta de la mano de obra semi esclava.

Desde que entramos en Europa en la Bahía de Cádiz hemos vivido un proceso similar. Siendo nuestra comarca uno de los núcleos industriales más importantes de Andalucía, Bruselas tenía unos planes distintos para esta tierra. Nos tocaba ser el albergue del turismo de masas y comenzó el desmantelamiento de toda la industria gaditana, así como el sector pesquero. Delphi, la fábrica de San Carlos, ahora Alestis, son algunos de los muchos ejemplos que refuerzan lo que aquí se explica. Pero ahora los cómplices necesarios y que se frotan las manos son los empresarios de la hostelería. Son los señoritos de la Bahía de Cádiz esperando a esas colas de trabajadoras desesperadas para trabajar en unas condiciones miserables, sin estabilidad ni perspectivas de futuro cuya única alternativa a la hostelería viene a ser la migración.

Este proceso de turistificación ya se ha dado y se está dando en otras ciudades del sur de Europa y de Andalucía en particular. Barrios enteros desconfigurados, bloques donde antes vivían vecinas de toda la vida, ahora son pisos turísticos. Pequeños comercios desaparecidos y reconvertidos en tiendas de souvenirs y Carrefoures express. Bares y tabernas que cierran para que abran grandes cadenas. Y así, las vecinas de ciudades como Sevilla, Málaga, Cádiz o Granada tienen que dejar sus barrios de toda la vida porque no pueden afrontar los alquileres, sus calles se llenan de turistas y no tienen si quiera una panadería cerca de casa. La ciudad para las de fuera. Y las vecinas a las afueras de las ciudades. Todo para el negocio de los grandes caseros, inmobiliarias, fondos de inversión y empresarios especuladores.

Y en este contexto se produce la polémica con respecto a La Casería. El PSOE, como títere de turno del imperialismo de la UE, tiró un globo sonda en su cuenta de propaganda local en Instagram (@noticiasciudadsan) donde anunciaba que iba a llevar a cabo las obras para construir un paseo marítimo y echar arena en la playa de la propia Casería. Además, se jactaba de los 59 expedientes de desalojo ya tramitados y necesarios para echar a todas las personas con casetas en la zona y los dos restaurantes, necesarios para llevar a cabo su proyecto. Esto no es más que la ejecución del Plan General de Ordenación Urbana que se aprobó durante el gobierno de PP + PA y que fue ratificado por la junta del PSOE.

Tras una enorme y espontánea movilización popular, el Ayuntamiento se apresuró a lanzar un comunicado poniendo a la alcaldesa como la salvadora del propio problema que ella había creado y borraron rápidamente el hashtag #HagamosQueSuceda de la cuenta de propaganda. Que hoy en día incluso ha desaparecido, reabriendo una llamada @noticiassfdo. Rápidamente todos los grupos de la oposición han corrido a echarse las manos a la cabeza y a echarse fotitos con las vecinas y negocios. Tras reunirse de urgencia con las asociaciones de vecinas de la zona y los bares afectados, con sus fotitos correspondientes e instar a Costas mediante un oficio a “sentarse en una mesa de trabajo” con todas las partes para alcanzar un acuerdo, Costas ha dicho directamente que no. Continuando su tremenda recogida de cable el pleno del Ayuntamiento va a iniciar el procedimiento para declarar la zona de Interés Público. No sabemossi será suficiente para conservar nuestro patrimonio, lo que queda claro es que, sin una fortísima movilización popular, los expedientes van a ejecutarse.

Patricio Poullet, responsable para Demarcación Costas de Andalucía Occidental ha dicho que “no se va a sentar con quién incumple la ley”. Lo que queda bastante en entredicho cuando ves los casos más cercanos como el Bahía Sur, el restaurante portuense A Poniente de Ángel León o el restaurante que han montado en el antiguo cuartel de la Guardia Civil en la Loma del Puerco, en Chiclana.

Esto refuerza nuestra idea de que realmente lo que se busca no es el cumplimiento sin contemplaciones de la ley, sino su utilización para impulsar este modelo económico del turismo de masas. Debe ser desquiciante para esta gente que la playa de La Casería albergue cada día a jóvenes que simplemente van allí a sentarse con una litrona. Tristes pobretones disfrutando gratuitamente del atardecer más bonito de la ciudad cuando podría estar repleta de guiris desenado consumir nuestro pintoresco paraje, sentados en terrazas y pagando un precio que la mayoría de cañaíllas no podría pagar, como pasa en los chiringuitos de La Barrosa o en Cádiz. Lo dicho, la ciudad para los de fuera.

Por tanto, como ya pasó en 1810, nuestra costa se convierte en una trinchera. Pero esta vez el invasor no es Napoleón. Es el imperialismo hispano-europeo que quiere hacer de nuestra tierra su negocio, trayendo ruina y precariedad para las trabajadoras. Quieren que La Casería se convierta en La Barrosa o en el Benidorm de La Isla. Nosotras tenemos que defenderla como si fuese una reserva natural donde se conserva nuestra tradicional forma de entender la vida. De poder relacionarnos sin necesidad de consumir. De la vida en común, donde la propiedad privada se pierde entre los callejones que forman las casetas. Eso es lo que molesta realmente, no el cumplimiento absurdo de una ley que se usa como arma arrojadiza. Nuestros antepasados ganaron la guerra, hoy nos toca a nosotras defender nuestro futuro. Las jóvenes tenemos que entender que, si no defendemos la industria, si no conseguimos acabar con el tsunami de turistificación que está llegando por la bahía, nos queda un futuro de emigración. De tener que abandonar nuestra tierra, para poder vivir con dignidad. Salvar La Casería no es solamente salvar nuestras fotos de Instagram. Significa mucho más.